Por Hernando Vanegas Toloza, Postales de Estocolmo
Me cuenta mi confidente que Pepe de los Santos pasó la
escuela de guerrilleros sin mayores contratiempos. Se levantaba cinco minutos
antes que el resto, y comenzaba con su paciencia jacobiana a desamarrar la
hamaca, envolverla y convertirla casi en un nudo. Igual hacía con la cobija. Y
como si fuera ya un guerrillero veterano
las acomodaba arriba de su morral o equipo. Cuando sonaba el pito, o las
palmadas, o lo que fuera con lo que el comandante de guardia los despertaba, ya
José de los Santos estaba de pié. Sabía exactamente por donde coger para ir a
la formación. Era como
si tuviera un radar en la frente, igual que las palomas que siempre saben a
dónde regresar. (…)
Libro de
cuentos del Dr. Hernando Vanegas Toloza que será editado en próximas semanas…
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